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Como parte de la cadena preventiva, los EPI también deberán afrontar los nuevos retos, y en algunos aspectos con especial notoriedad.

El número de accidentes ha crecido un 12,3% desde 2012, según ponen de manifiesto los últimos datos publicados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, un porcentaje que se ceba particularmente con las mujeres. Pero no es menos preocupante el incremento de los accidentes mortales -en un 39,5%-, aumento que alcanza el 36,7% en el caso de los accidentes mortales en jornada de trabajo. Destaca asimismo el fuerte incremento de accidentes mortales en mujeres (120%) y en tres de los cuatro grandes sectores de la actividad: agrario (57,1%), industria (60%) y servicios (60%). En cuanto a los índices de incidencia, que muestran la siniestralidad relativa expresándola en número de accidentes por cada 100.000 trabajadores, han aumentado en un 7,7% para el conjunto de la siniestralidad.

Yendo aún más hacia atrás, el año 2000 se cerró con más de 932.000 accidentes laborales, que se cobraron 1.136 vidas. Desde entonces, el número de accidentes ha crecido un 12,3%, lo que podría explicarse por el aumento del número de trabajadores. Sin embargo, en ese periodo también ha escalado la tasa de siniestralidad, un 10,2% (un 8,2% entre los hombres y un 15% entre las mujeres).

Se mantiene la tendencia

En el primer semestre de 2016, último del que se tienen datos, la tendencia se ha mantenido, contabilizándose 276.069 accidentes, un 8,6% más que en el mismo periodo de 2015 (crecen un 8,5% los producidos durante la jornada de trabajo y un 9,3% los que se producen en los desplazamientos entre el trabajo y el domicilio). Dado que no está cerrado el año, el ministerio de Trabajo ofrece la tasa de incidencia mensual, que se sitúa en 275,9 accidentes por cada 100.000 trabajadores al mes, un 5,3% más que en los seis primeros meses de 2015. Si multiplicamos este resultado por los 12 meses del año, obtendríamos una tasa de 3.310,8.

La curva ascendente se repite en todas las comunidades autónomas y en todos los sectores y, dentro de ellos, en buena parte de las ramas de actividad, tanto en hombres como en mujeres, y en todos los niveles de gravedad. En 2012, 564 personas murieron en el trabajo o en los desplazamientos, mientras que en 2015 fueron 629 los fallecidos. En los seis primeros meses de 2016 son 301, con un fuerte aumento de los accidentes mortales en los desplazamientos.

Precariedad laboral

Para los sindicatos, la respuesta se resume en una palabra: precariedad. “La precariedad en el trabajo, propiciada por la reforma laboral (aumento de la temporalidad y de la contratación a tiempo parcial), está produciendo el deterioro de la salud y de la calidad de las condiciones de trabajo”, explica Isabel Araque, secretaria confederal de UGT. Para Arrate, la reforma laboral "se ha llevado por delante la estabilidad laboral y la formación para la prevención de riesgos". Además, menciona la mayor presión que sufren los trabajadores e incluso desliza que "las medidas de prevención de riesgos laborales son invisibles y es fácil no aplicarlas, o no destinar la inversión que se debería a este campo".

Por su parte, desde CCOO, Pedro Linares enumera una serie de factores. “Por un lado, aumenta la carga de trabajo; por otro, durante la crisis las empresas han priorizado otras cosas y la prevención ha pasado a un segundo plano”. A juicio de Linares, en esta ecuación resulta fundamental “el cambio que ha habido de modelo de empleo, con contratos de pocos días y altísima rotación”. Asimismo, coincide con Araque en que los trabajadores sufren una mayor presión por el miedo a perder el empleo, lo que les hace asumir peores condiciones de trabajo.

Ahora, para Jordi García Viña, director de relaciones laborales de la patronal CEOE, “la razón fundamental es el aumento de la actividad económica”. “Además, influyen otras circunstancias, como el tipo de contrato o el tipo de trabajador o el hecho de que mucha gente se incorpora al trabajo tras haber estado un tiempo prolongado parada”, enumera. García Viña no ve relación entre temporalidad o trabajo a tiempo parcial y accidentes. “La temporalidad está a niveles parecidos a los de antes de la crisis”, afirma, “y no tenemos datos de que los contratados a tiempo parcial tengan más incidencia de accidentes”.

Importancia del EPI

Aunque estén destinados a prevenir las lesiones o las enfermedades profesionales una vez que el resto de las medidas preventivas se han mostrado insuficientes, los Equipos de Protección Individual (EPI) también han jugado, juegan y jugarán un papel crucial en la lucha por la disminución de la siniestralidad laboral.

Como parte de la cadena preventiva, los EPI también deberán afrontar los nuevos retos, y en algunos aspectos con especial notoriedad, ya que por su carácter personal deben adaptarse a una fuerza de trabajo cada vez de mayor edad, a trabajadores que interactuarán con gran cantidad de datos que les proporcionan las máquinas y a nuevas tecnologías que formarán parte de su espacio de trabajo, a lo que se suma una necesidad creciente de ergonomía para no incrementar la carga de trabajo, etc.

El sector de los EPI -con la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Personal, ASEPAL, a la cabeza- se encuentra trabajando codo con codo junto a todos los actores involucrados en la mejora de las condiciones de salud y seguridad en el trabajo, aportando sus conocimientos, sus soluciones y su esfuerzo en la superación de los retos a los que las empresas se enfrentan en su lucha contra la siniestralidad, comprometidos, en definitiva con una sociedad que quiere y desea que el trabajo que le permite ganarse la vida no le cueste la misma.

Canales de distribución

Los Equipos de Protección Individual (EPI) llegan a los usuarios por diversos canales, que van desde los distribuidores especializados al pequeño o gran comercio de ferretería, pasando por grandes superficies y suministros industriales.

En la mayoría de los casos se proporcionan medios de protección a todos los sectores, al tiempo que otros productos varios, sin necesidad de una especialización. Por estos motivos los equipos deben ser entregados siguiendo unos procedimientos concretos establecidos por la normativa, como evaluación de riesgos, certificación o formación específica entre otros, para que no lleguen al usuario sin garantías, poniendo en riesgo la seguridad y salud laboral de los trabajadores.

Aparte de las tiendas especializadas, en auge, los canales de ferretería y suministro industrial conforman los principales puntos de venta de este sector.

Entre los objetivos de los implicados en el sector se encuentra el potenciar la venta de EPI en establecimientos altamente especializados que comercialicen todas las familias de equipos y ofrezcan asesoramiento técnico, así como la creación de una marca de calidad, concedida por un organismo reconocido que distinga al distribuidor especialista, dando un aval al usuario. Igualmente, se busca potenciar la ética profesional en este sector.

Papel del proveedor

En el campo de la comercialización, los proveedores están arropados con vendedores técnicos de producto, generalmente personal altamente cualificado y capaz de dar explicaciones técnicas sobre protección a cualquier nivel. Nunca se han dado tantos cursos de equipos de protección individual en las empresas, generalmente impartidos por estos profesionales, a pesar de la dificultad debida a la disparidad de protecciones que se usan y los distintos niveles de formación de los trabajadores.

Las empresas integradas en ASEPAL tienen como objetivo social no solo ser rentables, sino también contribuir a mejorar la seguridad de las personas. Sus responsables experimentan gran satisfacción cuando evitan un accidente, considerándose un triunfo cada persona que –ya sea por los productos, las técnicas o la formación que han proporcionado en el uso de EPI– los utiliza adecuadamente, evitando de esta manera un nuevo accidente, así como protegiéndose a futuro, como es el caso de las diferentes enfermedades profesionales.

El de los Equipos de Protección Individual es un sector nuevo, moderno, con proyección de futuro y que tiene posibilidad de crecimiento, tanto empresarial como profesional, en los próximos años.

Mujeres: Más traslados, más precariedad

Entre enero y junio de 2016 se produjeron en España 37.543 accidentes in itinere, como se denominan aquellos que tienen lugar en el trayecto entre el lugar de trabajo y el domicilio (o viceversa). De ellos, las mujeres sufrieron el 56,77%. En 2015, ese porcentaje fue del 55,7%; en 2014, el 56,74%; en 2013, el 57,1%... El porcentaje no se corresponde con la fuerza de trabajo: según la última EPA, las mujeres representan el 45,5% de la población ocupada. Además, de los accidentes en los trayectos hacia y desde el trabajo un 61,2% son de tráfico, pero tampoco las mujeres son mayoría al volante: son el 41,9% del total de conductores y concentran el 40% de la siniestralidad general, según datos de la DGT.

Según Isabel Araque, de UGT, "ellas sufren la máxima precariedad en el tipo de contrato. Tienen en mayor medida trabajos a tiempo parcial, tienen más de un trabajo al día y se desplazan más. Además, soportan mayor nivel de estrés por sus obligaciones familiares y domésticas".

Pedro Linares, de CC OO, admite que no tienen una "explicación consolidada", aunque sí admite que "la precariedad se está cebando con las mujeres" porque concentran en mayor medida los trabajos a tiempo parcial y, por tanto, hay más posibilidades de que tengan más de un trabajo. Ni el Gobierno ni la patronal encuentran explicación al fenómeno.

Tipología del accidente

Desde el año 2003 se incluyen en el parte de accidente de trabajo una serie de campos que permiten reconstruir una descripción de lo sucedido. Con esta información puede realizarse un análisis tipológico de los accidentes ocurridos, algo que en ningún caso deben confundirse con las causas concretas que los produjeron, ya que la información recogida en el parte de notificación no permite realizar un análisis causal.

Los tipos de trabajos más frecuentes que se estaban realizando en el momento de producirse los accidentes fueron tareas de producción, transformación, tratamiento y almacenamiento de todo tipo (32,3%). En estos trabajos se incluyen aquellos que se materializan directamente en un objeto, un producto o su almacenamiento, e incluyen la transformación de los productos agrícolas.

Siguiendo con la lista de las tareas más frecuentes, las siguientes en la lista fueron las actividades auxiliares (24,0%), que agrupan los trabajos que no se materializan en un objeto o producto: tareas de instalación, reparación, mantenimiento, limpieza, recepción de materias primas, etc.

El tercer tipo de trabajo en el que se produjeron más accidentes de trabajo es el de servicios a las personas o a las empresas (19,3%), que se refiere a actividades asistenciales, intelectuales y comerciales.

Hay diferencias importantes en el trabajo efectuado por los trabajadores y las trabajadoras en el momento de accidentarse: el 37,1% de los hombres estaban realizando tareas de producción, transformación, tratamiento, almacenamiento; mientras que el 40,6% de las mujeres desarrollaban actividades de servicios a empresas o personas y trabajos intelectuales.

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