PANTER VITA ECO
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Reflexiones de nuestro colaborador 'El bricolador enmascarado' en torno a la figura del 'manitas' español.

Definir al manitas ‘contemporáneo’ es algo que trae de cabeza a las empresas del bricolaje, a los youtubers y a los expertos blogueros. Si bien no existe una definición clara, podemos hablar de dos perfiles diferenciados. Primero está el ‘manitas ocasional’, aquel que por necesidades del guion ha de ponerse las pilas –y la ropa vieja– para hacer trabajos en casa que ni son de su agrado ni mucho menos su especialidad. Hablamos de quien, por ahorrarse dos “duros”, se pone a cambiar un enchufe, un grifo o hasta pintar una habitación, aunque luego se gaste más dinero en el bar luciéndose con sus amigos por el trabajo que ha hecho.

Sus necesidades son primarias, el precio condiciona su compra, no quiere saber demasiado y solo necesita un producto o servicio que cubra sus necesidades, sin complicarse más. Motivado por una obligación o necesidad urgente, preferiría estar en otro sitio. En muchos casos peca de ingenuidad, aumentando su ira contra el trabajo a medida que se da cuenta de lo fácil que lo hace el señor de la tele… ¡y lo difícil que le resulta a él! Por lo general no lee instrucciones ni revisa manuales (como mucho un tutorial de Youtube, siempre que no sea muy largo), porque no está interesado en aprender, sólo en solucionar lo antes posible lo que le agobia. Y si otra persona le comenta que el de la tele lo hace más rápido, mejor y sin ensuciar, tenemos frustración asegurada y autoestima a la baja. Y entonces piensa que la próxima vez llamará al ‘chispas’ o al pintor de turno, aunque haya de renunciar a la exhibición de habilidades con los amigos en el bar. Hay poco que hacer con este manitas nacido de la ocasión y la necesidad. Le da igual un chino que una ferretería o un centro de bricolaje.

Por otro lado tenemos al ‘súper manitas’, alguien que posee mucha formación (o al menos certera), sabe lo que quiere y lo que no quiere, y qué productos darán respuesta a sus necesidades. Busca información –en las redes, en Youtube, en las páginas de las marcas-, compara y sabe dónde comprar lo necesario para su trabajo, llegando en ocasiones a saber más que la persona que le atiende en el centro de bricolaje… cosa que ya no cuesta mucho, por lo demás. Por lo mismo, este es un personaje que se fia de su ferretero del barrio, y que no compra en el chino salvo que sea domingo y se haya quedado colgado. Cuenta con un stock en casa de maquinaria y productos para distintas labores y valora la calidad, prestaciones y materiales. Incluso es posible que se entretenga leyendo manuales. Este manitas, el verdadero objetivo de las empresas, puede llegar a comprar por Internet, pero nunca adquiere lo primero que le llega a las manos. De hecho, mientras más grande sea el proyecto más vueltas le dará.

El ‘súper manitas’ aprende, comenta, participa e incluso crea escuela entre sus amigos. Se trata de un perfil menos habitual, pero más rico y, a diferencia del otro ejemplar, sí que se lo puede convencer con argumentos sobre la calidad. Por eso resulta fundamental fomentar a ese manitas que sabe lo que quiere, es en él en quien se ha de invertir. Porque tiendas y cadenas que sólo venden precios hay de sobra… y no hace falta decir nombres.

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