PANTER VITA ECO
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No sabemos cómo ni cuándo vamos a volver, ni a quien podremos ir a visitar. Ni como nos van a recibir, ni de qué forma. Nos debatimos entre los miedos, las creencias, y nuestras necesidades más elementales.

Hoy me he trasladado en el tiempo hasta el año 1952, a una de las míticas películas, no solo del género del Western, sino de todos los tiempos. Por qué, a pesar de tener muchos años, su trama está más vigente que nunca.

Me refiero al gran film dirigido por Fred Zinnemann, Solo ante el Peligro. Zinnemann era uno de los mejores directores de aquellos años, ganador de cuatro premios Óscar, entre ellos por la película De aquí a la eternidad (1953), otro título para la historia del cine. En esta ocasión, para Solo ante el peligro, seleccionó un grupo de actores encabezados por Gary Cooper, Grace Kelly, Lloyd Bridges, Katy Jurado y Thomas Mitchell. Para algunos fue la película que lanzó a la fama a Grace Kelly, la que acabo siendo la princesa de Mónaco.

La película ganó cuatro Premios Óscar (de siete candidaturas) y cuatro Globos de Oro (de ocho candidaturas). Forma parte del AFI's 10 Top 10 en la categoría "Wéstern". En 1989, la película fue considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y fue seleccionada para su preservación en el National Film Registry.

Will Kane (Gary Cooper), el sheriff del pequeño pueblo de Hadleyville, acaba de contraer matrimonio con Amy (Grace Kelly). Los recién casados proyectan trasladarse a la ciudad y abrir un pequeño negocio; pero, de repente, empieza a correr por el pueblo la noticia de que Frank Miller (Ian MacDonald), un criminal que Kane había atrapado y llevado ante la justicia, ha salido de la cárcel y llegará al pueblo en el tren del mediodía para vengarse. El tiempo va pasando lentamente, pero nadie en el pueblo está dispuesto a ayudar al sheriff.

Kane en lugar de marcharse del pueblo como todos le dicen, decide quedarse y tratar de buscar ayuda, entre el juez, sus amigos, y el resto de los hombres del pueblo. Aquel pueblo que él ayudo a limpiar de criminales, donde gracias a él reina la paz y el bienestar. Todos, absolutamente todos, incluso su ayudante le dan la espalda y le dejan… solo ante el peligro.  Hasta su propia mujer está a punto de tomar un tren para abandonarle.

Mientras los tres pistoleros de la banda de Miller, les esperan en la estación, su esposa Amy le amenaza con partir en el tren del mediodía con o sin él, pero él se niega a darse por vencido. Finalmente, Kane se enfrenta solo a los cuatro pistoleros. Abate a dos de los hombres de Miller y cae herido en el enfrentamiento.

En el último momento su esposa Amy se baja del tren al escuchar el ruido de los disparos. Finalmente, Amy opta por salvar la vida de su marido frente a sus creencias religiosas y mata al tercer pistolero disparándole por la espalda. Miller la toma como rehén y exige a Kane que salga a la calle. Kane accede, saliendo al descubierto. Amy le clava las uñas en la cara a Miller, con lo cual se libera. Kane le dispara a Miller y lo mata. Luego, cuando los habitantes del pueblo comienzan a salir de sus casas, Kane arroja su insignia de sheriff al suelo y se va del pueblo junto a su esposa.

Creo que la sensación de Kane, el sheriff héroe de esta película, es la que tienen ahora muchos profesionales de nuestro sector en estos momentos. No solo aquellos que tienen una tienda, sino incluso aquellos que están al otro lado de la calle, los vendedores, los empleados por cuenta ajena, o incluso esos miles de autónomos que se lanzan día a día a vender por esas calles del duro oeste.

Todos o casi todos, en su gran medida, se sienten como en las últimas escenas de esta película, caminando por las desiertas calles de ese pueblo fantasma. Han llamado a mil puertas, a cientos de estamentos, han escuchado cientos de noticias, de decretos, de noticias falsas. No saben ya a quien acudir, como ese sheriff que cree estar seguro de que en cualquier momento uno u otro le prestaran ayuda.

Es ahora, cuando muchos desde casa sienten esa soledad, sin noticias ciertas y claras desde sus propias empresas, desde el sector, sin saber que les espera. Como ese tren que llega a las 12h… con una música, que es una de las mejores bandas sonoras del Western, que trae un miedo, un sinfín de problemas que no sabemos cómo vamos a afrontar. Que nos hace caminar, deambular por estancias vacías de seguridad, de temor que nos envuelven las piernas.

No sabemos cómo ni cuándo vamos a volver, ni a quien podremos ir a visitar. Ni como nos van a recibir, ni de qué forma. Nos debatimos entre los miedos, las creencias, y nuestras necesidades más elementales.

Tampoco como van a estar nuestros clientes, que se sienten sin apoyo, sin saber quién les van a respaldar.

Pero sabemos que tenemos que seguir adelante, porque esa placa que llevamos en el pecho es nuestra cartera, es nuestra Tablet, es nuestro bloc de pedidos, es algo que llevamos en la sangre. Somos un poco heroicos, un poco locos, un poco diferentes al resto de profesiones.

Pero una vez que volvamos, nos tendremos que enfrentar contra esos 4 matones, con esa mítica música sonando en nuestra cabeza, en lugar de pistolas, llevaremos mascarillas, puede ser, pero seguiremos siempre adelante. Aunque ahora muchos nos sintamos solos antes el peligro, y ese peligro se llame futuro.

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