PANTER VITA ECO
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Por desgracia estamos en una de las navidades más extrañas, complicadas y diferentes del último siglo, por decir algo. No hay nada anterior que se le pueda ni acercar. Creo que es un momento ideal y sensacional para reflexionar, como el motivo de la película, del cuento de Navidad.

Se acerca el tiempo de navidad, una de las fechas del año donde podemos encontrar muchas películas. Pero hoy hablaré de una, que muchos hemos visto muchas veces, incluso leído su libro. Nos referimos a todo un clásico de estas fechas. La obra maestra de Charles Dickens, de 1843. Ha tenido múltiples versiones. Su título original es A Christmas Carol, más conocida como Mi Cuento de Navidad.

La historia nos habla de la peculiar vida de su protagonista, Ebenezer Scrooge y nos cuenta sus diferentes etapas, joven, adulto y anciano, y los tres espíritus que le visitan. Es posiblemente el personaje más anti navideño de la historia, con sus famosas “Paparruchas”. Nuestro protagonista Mr. Scrooge, es un amargado prestamista, que odia no solo a la Navidad, sino a todo el mundo. Es una persona miserable, que solo le importa él mismo y su dinero. Incluso no quiere ni ir a celebrar la noche buena con su sobrino, que año tras año le intenta invitar sin éxito. Incluso su maldad llega a tal puento, que llega a darle el día de Navidad libre a su empleado, pero luego va recriminándole que le ha de pagar por no venir a trabajar.

Esa noche es visitado por el fantasma de su antiguo socio, que lleva siete años muerto, Jacob Marley. Su fantasma está condenado a llevar cadenas pesadas, que se ganó en vida por su extremada codicia. Quiere advertir a su antiguo socio, de que, si no cambia, su destino sería mucho peor que el suyo. Le predice que va a ser visitado por tres espíritus que le van a ayudar a pensar y reflexionar de todo lo que ha pasado y va a pasar en vida. Intenta que cambie para que no sea él, como ha acabado siendo el pobre fantasma.

El primero de ellos, le mostrará imágenes de Navidades pasadas, para hacerle ver cómo se convirtió en lo que por desgracia es ahora. Las imágenes de su niñez, cuando era olvidado por su padre, que lo ignoraba. Ve sombras de las imágenes pasadas, cuando todavía era feliz y tenía alegría. Recuerda a su joven hermana, que murió joven. Ve de nuevo a la que habría de haber sido su futura esposa. Pero ella le abandono por su obsesión por ser rico, por el dinero. Y ante tanto sufrimiento, dolor, apaga la llama de ese fantasma, para no ver nada más.

Es visitado por el segundo espíritu, el de la Navidad presente, quién le muestra todo el mundo que lo rodea. En donde la gente es feliz como puede, con lo que tiene. Ve a su sobrina, que se burla de él, en su cena de Navidad. También puede ver a su pobre empleado, Bob Cratchit, que malvive con la miseria que le paga, pese a ello intenta ser feliz.  Ve las imágenes del pobre niño enfermo, Tim, al que le queda poco de vida por su enfermedad. El mensaje que le trasmite el fantasma es que el tiempo es breve, que hay que disfrutar de la vida, que seamos capaces de superar la ignorancia y la miseria. Cosas que provocan los hombres con su maldad.

Para finalizar las visitas, llega el último, el espíritu de las Navidades venideras, quién muestra a Scrooge, todas las consecuencias de sus actos actuales. Donde sabe que murió en el próximo día de Navidad, donde nadie acude a su entierro, salvo unos pocos para que se les invite a almorzar. Ve como hasta su propia ex criada le roba, es despojado de las ropas con las que iba a ser enterrado. Con dolor ve como también ha muerto, Tim, el pequeño que estaba enfermo.  Aterrado pide una segunda oportunidad, para intentar corregir el sentido de su vida, para poder hacer todas aquellas cosas que ahora odia. Ante su sorpresa ve como todos los espíritus han venido la misma noche, por lo tanto es el día de Navidad. Aprovecha, y va a comer con su sobrino, Fred.  Mas tarde, va a ver a Cratchit, para ayudarle a mejorar sus vidas y ayudar a salvar al pequeño Tim. Se transforma totalmente en un hombre nuevo.

Por desgracia estamos en una de las navidades más extrañas, complicadas y diferentes del último siglo, por decir algo. No hay nada anterior que se le pueda ni acercar. Creo que es un momento ideal y sensacional para reflexionar, como el motivo de la película, del cuento de Navidad.

Cada dia nos forjamos nuestro destino, no hay nada escrito, no hay nada planeado. Cada vez que tomamos una esquina, que abrimos un libro, que escribimos un mail, hacemos una elección, tomamos decisiones que condicionan el futuro a corto y a medio plazo. Hacemos esto miles de veces cada día, cada semana. Sin darnos cuenta. Hemos de saber vivir con ello, aprovechando las personas que nos pone el destino en nuestro camino, seamos agradecidos de estar vivos de tener salud, de tener un futuro.

Por ello, creo que, en estos días, deberíamos poder ver nuestros pequeños y grandes fantasmas.  No creamos que todo lo que hemos hecho en todas las navidades pasadas va a salvarnos, va a protegernos de todo lo que antes hacíamos así. Ya todo ha cambiado, ya todo es diferente. Nuestra labor en las calles, visitando clientes, nada tiene que ver estas navidades con las de otros años, el mundo ha cambiado, el negocio se ha transformado. Porque nuestros clientes han cambiado, porque los consumidores y el mundo han cambiado, ni para mejor, ni para peor, solo han mutado.

Es una realidad, no podemos cambiarla, por mucho que queramos poner el gorro al fantasma de las navidades pasadas, no podremos cambiarlas, no podremos hacer lo que nos plazca.  Ni si estamos al frente de un negocio, podemos dar por sentado que lo acumulado por muchos años atrás, nos va a asegurar que el futuro sea cierto y seguro.

Las Navidades actuales, con ese fantasma pelirrojo, con su antorcha, nos están mostrando que el mundo es muy distinto de las pasadas. Que hay alegría, que hay ilusión, pero también hay incertidumbre, que hay dolor por las vidas que se han perdido.

Pero que los consumidores esperan de nosotros una reacción, un plus, que seamos igualmente distintos. Saltemos de la cama, como Mr. Scrooge. Dando saltos y queriendo ser un poco mejores, sin olvidar de dónde venimos. Dotemos a nuestros establecimientos del espíritu de una nueva navidad, con ofertas adecuadas a los tiempos que vendrán, porque si no, puede que en la próxima… no estemos.
No podemos pensar que todo lo que hacemos hasta ahora es válido, pongamos en valor lo que se puede salvar, pero a la vez, pensemos en que podemos aportar. Somos generadores de negocio, de oportunidad para el punto de venta. Como ir a ver si hace falta algo y apuntar cuatro faltas, nos quedan dos navidades, seguro que ese fantasma volverá el próximo año, para recordarnos que nos queda poco en este negocio. Porque otro lo sigan haciendo así, no es suficiente para seguir haciéndolo.

Si no vemos que nuestra forma de visitar al mercado, de llegar, con los métodos tradicionales, no puede dejar fuera de juego, que nos podemos quedar helados, como Mr. Scrooge, en su vuelo hacia el pasado. No dejemos que las paparruchas no congelen las ideas. Seamos imaginativos, tenemos cientos de nuevas opciones a nuestro alcance. No perdamos la esencia, pero dejemos a los fantasmas del pasado muy atrás… muy a un lado, que no tengan que volver a recordarnos nuestros pecados. Que nuestras paparruchas se queden en el fuego de esa chimenea, que las luces de esos árboles de Navidad, nos iluminen con todo su esplendor, para hacernos un poco mejor, un poco diferentes, para que las próximas navidades, que esperemos que sean mejor, nosotros también lo seamos.

¡Feliz Navidad!

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