PANTER VITA ECO
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La información es poder, más aún en plena época del Big Data, donde queremos saber todo lo que sea posible sobre nuestros clientes, sus gustos, sus preferencias, lo que van a comprar o no, cuándo y cómo lo quieren.

Hoy he seleccionado una película de una temática un tanto especial, Fahrenheit 451. Es una película distópica de 2018 escrita y dirigida por Ramin Bahrani y basada en la novela homónima de Ray Bradbury. Sus protagonistas son Michael B. Jordan, Michael Shannon, Sofia Boutella, Lilly Singh, Grace Lynn Kung y Martin Donovan.

La novela presenta una sociedad estadounidense del futuro en la que los libros están prohibidos y existe un cuerpo especial de bomberos cuya misión no es apagar fuegos. Su principal actividad es quemar cualquier libro que encuentren. La novela toma su nombre de la temperatura a la que arde el papel, en la escala de temperatura Fahrenheit (°F), 451 grados equivalen a 232,8 ºC y su significado se explica en el subtítulo de la obra: Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde. Su protagonista es un bombero llamado Montag al que esta vida le cansa, no quiere seguir con este trabajo sin sentido. Siente que no es más que un simple censurador de conocimiento, por lo que toma la decisión de dejar su trabajo, y se une a un grupo de resistencia que se dedica a memorizar y compartir las mejores obras literarias del mundo. Es un trabajo que en el curso de la historia se ha repetido en cientos de ocasiones pero que, por desgracia, aún sigue en muchos lugares del mundo.

Esta obra en su fondo recuerda una trágica noche para la historia, el 10 de mayo de 1933. La tarde en que 70 mil personas se reunieron en el Opernplatz de Berlín, quemando miles y miles de libros, que se denominaron anti alemanes, antinazis. Este episodio, de una forma u otra, sucedió en el buen nombre de preservar la cultura, de controlar lo que debe o no saber las personas.

Por desgracia, hace unas semanas dos periodistas españoles han sido asesinados, David Beriain y Roberto Fraile en Burkina Faso. En EEUU, su anterior presidente, D. Trump, no respetaba la libertad de prensa y ejercía su particular censura sobre aquellos medios que no eran “amigos” de sus teorías. No es una novela, es la realidad.

La libertad de prensa, la de pensamiento, con la pandemia ha sido gravemente dañada, con noticias falsas, con ataques de las redes por miles de inputs contradictorios. Pero, por mucho que se quemen los libros, el pensamiento, la transmisión oral es libre, está fuera del control del fuego, de la opresión. Por todo, diréis, como siempre, qué tiene que ver todo esto con nuestro sector.

Pues bien, podríamos decir que mucho o que poco. Pero no habéis pensado que en estos momentos, donde el mercado se contrae, se fusiona, donde incluso las grandes cadenas lanzan datos “incorrectos” o de cierta intencionalidad, para hacer valer sus intereses, y que cuando algún medio del sector no sigue su juego hasta es vetado. O qué decir de no tener al día a los asociados de esta u otra cadena, de cómo están los estados de las posibles fusiones.

La información es poder, más aún en plena época del Big Data donde queremos saber todo lo que sea posible de nuestros clientes, sus gustos, sus preferencias, lo que van a comprar o no, cuándo y cómo lo quieren. Los jóvenes prefieren ver imágenes, ver vídeos, antes que emplear su tiempo en deleitarse con un buen libro.

Necesitamos estar informados, bien informados, pero a la vez ser coherentes con aquello que transmitimos. No solo en nuestros negocios, sino en las organizaciones. No tener a una organización informada adecuadamente no es bueno, no es un signo de control, es algo que nos crea un espejismo, una falsa sensación de que todo está mejor así.

Pasa en empresas, en países, en religiones. No existe la verdad única, sino cientos de miles, dependiendo del color de nuestros ojos, de nuestra alma, que le dan ese matiz, esa variante que nos aporta nuestra maravillosa diferencia. Pero no por ello da el poder a aquellos que deciden qué debemos saber y qué no.

Hay un momento en el que podemos revelarnos, hacer algo más allá para ser mejores, para estar mejor informados, para que permanezcamos en una cadena de información mejor. No permitiendo que otros decidan por nosotros.

Hoy, el gran negocio es vender datos, saber de las personas, saber sus gustos. Por eso mismo, demos un paso más allá, el saber qué queremos, qué deseamos. En todos los lugares del mundo hay un bombero dispuesto a quemar nuestros libros, nuestros conocimientos. Depende de nosotros saber qué debemos o no saber.

Ayudemos a mejorar lo que vemos, lo que seleccionamos, lo que reenviamos. A pesar de casi no darle importancia, la verdad es que la tiene. Cuando visitamos a nuestros clientes, ellos no le dan importancia a la información que les enviamos, a veces porque no es de calidad o por no estar bien seleccionada. En otras ocasiones porque el cliente no la valora.

En otros momentos porque creemos que no es necesario elaborarla. La forma en la que nos relacionamos con ellos es vital, es necesaria. Como siempre, hay que aportar valor, hay que crear contenido. Seamos creadores de contenido de calidad, de cadena de valor, en todos los sentidos.

No seamos loros repetidores, seamos uno único, no uno más, o nos acabaran quemado como a un libro. Aún nos quedan hojas por escribir antes de un bombero cualquiera pueda destruir nuestro conocimiento.

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