PANTER VITA ECO
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¿Cómo puede ser que mandos altos o intermedios ni si quiera sepan qué cadenas hay en su sector o qué grandes actores de la distribución que hay en su zona? Un nuevo artículo de nuestro colaborador, esta vez sobre la película La momia (1999).

Hoy he seleccionado un clásico de las películas de ciencia ficción. Se trata de La momia, de 1999, rodada, escrita y dirigida por Stephen Sommers e con los siguientes actores: Brendan Fraser, Rachel Weisz, John Hannah, Oded Fehr y Kevin J. O'Connor, con Arnold Vosloo en el papel principal como la momia reencarnada.

Nos narra una historia que se remonta al año 1290 AC, en la capital de Egipto, Tebas. Allí el gran sacerdote Imhotep tiene una aventura con la concubina del Faraón Seti Primero. Estos, al ser descubiertos, matan al faraón.  Él escapa y ella se suicida, esperando que pueda ser resucitada en el futuro. Cosa que Imhotep intenta robando su cadáver junto a los sacerdotes que le son fieles, huyendo a la ciudad de Hamunatra. Pero los guardaespaldas del faraón lo impiden. Lo entierran vivo en un sarcófago con escarabajos carnívoros.

Nos vamos al tiempo actual, al año 1923 DC. Jonathan Carnahan entrega a su hermana Evelyn una caja con una llave especial y un mapa que indica la localización de la ciudad perdida. Esa caja fue arrebata a un aventurero americano, Rick O’Oconnell, que la descubrió por accidente, en una batalla de la Legión Francesa Extranjera. Evelyn, gran egiptóloga, rescata a Rick de ser ahorcado, para que pueda conducirla a esa mítica ciudad.

Juntos emprenden un viaje en barco a la búsqueda de ese lugar, junto a un grupo de americanos que, guiados por un ex compañero de Rick, buscan lo mismo que ellos. Llegan a la ciudad y Evelyn por accidente lee el Libro de los muertos, haciendo que la momia vuelva parcialmente a la vida. Esto origina muchos problemas, Imhotep va matando a casi todos los componentes del grupo para poder regenerarse totalmente. Raptar a Evelyn con el plan de volver a la vida a su amada. Tras una gran batalla con muertos vivientes y con la propia momia, Rick y Jonathan consigue rescatar a Evelyn y salir de la tumba.

Es una película llena de acción y aventuras. Nos muestra una lucha entre el bien y el mal, entre dos formas de entender cómo hacer las cosas. Cómo adaptarse a las circunstancias para luchar, para lograr los objetivos, para sobrevivir, para salir a flote, saber en cada momento qué hacer. Cómo evitar la ira de la momia, cómo luchar con los pocos recursos de un mortal contra un ser sobrenatural y muy superior. Cómo creer en tus propias fuerzas hasta el final y cómo jugar tus cartas.

El film debería servir de un buen ejemplo para muchas empresas. No seamos los cazatesoros americanos, que sobrevaloran el poder de la momia, que creen saberlo todo. Una empresa, cuando lanza un producto, un catálogo, debe ser lo que pide el mercado. La información que se facilita debe ser entendible: no por quien la hace, sino por quien la va a recibir y más tarde transmitir al consumidor. No pueden enviarse ofertas con falta de fotos, de datos, de medidas de expositores. Eso es no tener conciencia de lo que se transmite. El valor de la transmisión de la información no esta en quien la envía, sino en el receptor que la recibe. Una mala oferta, llena de vacíos, sin los datos claros, sin ser directa, sin saber que necesita realmente cada uno de los mercados a los que va dirigida, está condenada al fracaso sin excusa alguna. Si queremos luchar con esa horrible momia, nos salva la vida saber que el pequeño gato la asusta.

Entonces, ¿cómo puede ser que mandos altos o intermedios ni si quiera sepan qué cadenas hay en su sector o qué grandes actores de la distribución que hay en su zona? ¿Cómo podemos trazar una política comercial si no sabemos hasta dónde llegan las arenas movedizas?

Volamos hacia una gigantesca tormenta de arena sin haber sabido pilotar la avioneta. El accidente es inevitable. Muchas veces nos quejamos de que el mercado no está al día porque este cliente o el otro no están preparado para el siglo XXI. Pero ¿lo están nuestras empresas? ¿tenemos los medios digitales, informáticos, de soporte de catálogos, que los clientes necesitan? No pidamos a nuestros clientes lo que nuestras empresas no pueden ofrecer con garantías.

Queremos salir de la tumba de la momia sin saber leer el libro sagrado, que será lo único que nos libre. Si no conocemos su idioma, si no sabemos conectar con esas fuerzas, nos quedaremos atrapados en el tiempo, ya que hablamos un lenguaje que no es recibido por nuestro interlocutor. Quedaremos enterrados por las arenas del desierto, con nuestros tesoros de cientos de stocks inútiles, con catálogos aburridos, con propuestas inmovilistas, con no saber tener ese giro de cintura que evitará que las lanzas de los sacerdotes nos puedan hacer daño.

Salgamos a la calle, leamos sobre nuestro sector, escuchemos a los clientes, a todos, ya que no importa su tamaño, sino su sabiduría. Tal vez, sólo entonces, el libro encuentre las palabras mágicas que rompan el hechizo, que nos salve de las fuerzas del mal para sacarnos de esa tumba, para poder ver un nuevo día bajo el sol de Egipto. Tierra de los faraones que nos dará la oportunidad de hacer más grande nuestro imperio.

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