PANTER VITA ECO
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Frases escuchadas a lo largo de los años han sido muchas, no todas las recuerdo y algunas me las han contado. Pero muchas de ellas describen de manera clara y directa la personalidad de quien las pronunció, como la del título. Un nuevo artículo de nuestro colaborador.

No es la confesión de quién soy, dejaré en la incógnita, de momento, mi identidad, aunque de seguro ya hay mucha gente que lo sabe. Tampoco me escondo ni lo negaré.

El caso es que dicha frase se le atribuye a un vendedor en una de las tantas ferias a las que nos ha tocado asistir. Se la soltó a la azafata del stand donde estaba trabajando. Pensaría que, al escuchar la marca del coche, ésta caería rendida a sus pies. Craso error, la joven lo vio venir de lejos y le ignoró de la manera más cruel.

Parece ser que el mismo ha ido dejando ejemplos de otras que podrían llegar a ser memorables. Como la de “despide a ese representante que la indemnización la pago yo”. Elegancia en estado puro.

Otra que se puede atribuir a un vendedor ya retirado. La escuché directamente, es más, me la lanzó tal cual. El cliente también está ya retirado, y cuando la recordábamos, aún se quedaba atónito. Y es que aquel día ya nos habíamos encontrado dos veces en otras tiendas y para evitar perder o hacer perder el tiempo, le pregunté dónde iba luego. Me contestó: “Sí hombre, para que vayas antes y me quites los pedidos”. A este mismo le tuvieron que prohibir ir al lavabo, por el camino “se perdía” por las estanterías para ver el producto que tenía el cliente.

Ese tipo de frases, el lenguaje corporal, los tonos de voz, las formas cuando contestamos al teléfono dicen mucho o todo de nosotros. Y eso, queramos o no, nos delata frente al cliente, a la persona que nos atiende en las fábricas, al personal de nuestros clientes, al que hay que tratar con educación y rapidez. Nos hace mejores o peores en función de cómo lo hagamos.

En anteriores artículos hablé de la educación o, mejor dicho, de la mala educación en referencia a las reglas no escritas del manual del agente comercial, que me ha venido a la memoria al recordar una muy reciente. Terminando la visita en una tienda, alguien entró, dio los buenos días y se quedó detrás de mí. Pensaba que era un cliente, me fui a apartar para que lo atendieran y al girarme vi que era otro comercial. Como se quedó ahí plantado, de manera educada le expliqué la regla número uno. Si ves a otro comercial trabajando, espera fuera a que termine su visita. La frase que me soltó también se puede incluir en esta lista: “A mí no me molesta”. La mía fue: “A mí sí”.

La última que os quiero contar. Seguramente era la imagen que tenía el cliente de algún vendedor parecido a los descritos. Imagínense la situación: llega el representante a la tienda y detrás del mostrador aparece un niño con las rodillas peladas, sin dos dientes y, mirando al hombre, sale corriendo a la trastienda, gritando “lo fill de puta del viatjant ja es aquí”. Para quien no lo entienda, el niño dijo: “El hijo de puta del representante ya ha llegado”.

Espero que nadie a quien visito y haya visitado alguna vez piense eso de mí.

P. D.: Una lectura ligera, novela negra. El caso Alaska Sanders de Joel Dicker, recién lo empiezo, pinta bien. El final lo cuento otro día.

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