PANTER VITA ECO
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Para hoy he escogido una de las películas de acción por definición, la primera de la saga. "Jungla de cristal" (1988), dirigida por John McTiernan y protagonizada por Bruce Willis, acompañado de otros grandes actores.

Nos narra la historia John McClane, un policía de Nueva York que va a visitar a su esposa en la fiesta de Nochebuena que ofrece su empresa en Los Ángeles. Mientras se desarrolla el evento, atacan el lugar unos ladrones que buscan un botín millonario de la caja fuerte de la compañía. Al principio hacen creer que es un ataque terrorista, con el fin de que intervengan la Policía y el FBI.

Como casi nadie sabe que estaba invitado, apenas el jefe de su mujer y otro miembro de la empresa, McClane aprovecha para luchar contra los asaltantes. Poco a poco consigue eliminar a los ladrones uno a uno... hasta que llama la atención de un policía local. Gracias a esta conexión puede pedirle ayuda para lograr su objetivo de liberar a los rehenes.

En su lucha mueren algunos de los prisioneros, pese a que intenta salvarlos. Pasa muy malos momentos, en los que pone al límite su resistencia y su ingenio. Además, su identidad se descubre por la negligencia de un periodista y un compañero de su esposa con afán de protagonismo muere.

Son muchos los problemas que pasa para salir vivo de esta aventura: se enfrenta a los ladrones, a los policías por su inoperancia, a los agentes del FBI… pero finalmente salva a los rehenes.

En muchas ocasiones, el proceso de la venta es así: estamos solos, sin demasiada ayuda de la parte que debería dárnosla. Salimos para entrar en una planta baja de un edificio, en donde esperamos que el ascensor nos lleve a un piso elegido sin apenas esfuerzo, en donde hay una fiesta que nos espera. Pero muchas veces, la realidad es totalmente distinta. No hay un camino fácil, no hay una fiesta esperándonos. No es como esperábamos, pero sabemos que podemos llegar, aunque sea andando, piso a piso, escalón a escalón para que, aunque sea tarde, se llegue.

Luchamos contra la competencia que, en este caso, son muchos terroristas bien armados y peligrosos. Contra la incredulidad de la Policía que, en teoría, nos debería ayudar. Como muchas veces nos encontramos, contra competencia agresiva con muchos más medios que nosotros, con el agravante de que nuestra propia empresa ni pone los medios adecuados ni cree demasiado ni en el proyecto ni en el producto ni mucho menos en que podamos vender ese artículo a nuestros clientes.

Luchamos piso a piso, escalón a escalón, contra todos los elementos. Somos ese policía solitario que conoce sus límites, sus cosas buenas, pero que en muchas ocasiones esta en manos del destino ya que, si ese cliente no nos da una cita, cuando nos vea no sabemos si nos dará tiempo para exponer nuestros productos o razones para venderle algo.

No hay tiros ni bombas, pero sí muchos obstáculos que no esperas encontrar y que, de alguna forma, has de saber sortear. No sabes si tu futuro cliente hoy tendrá un buen día o no, si la competencia ya le vende esto o aquello. No hay más que improvisar, conocer bien a tu cliente, saber qué piensa y qué necesita.

No hay vuelta atrás: cuando traspasas esa puerta, todo ya está en tus manos. Los segundos cuentan, las palabras son importantes. Los gestos, los datos, todo ha de ser medido de una forma especial. Ese terrorista lo tenía todo controlado… hasta que el protagonista entró en acción. Por eso mismo, cuando tú eres ese policía frente a tu cliente, él espera de ti lo mejor. No solo lo de siempre, no vale con venderle lo mínimo, hay que esforzarse un poco más o mucho más.

Si no, al final ese ascensor nunca subirá hasta la planta deseada, todo será una jungla de cristal que se hará mil pedazos y de donde no saldrás victorioso, ya que el último de los ladrones te dará caza en el último fotograma. De tu pericia depende salir como el héroe o como uno más de los perecieron en el intento.

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