PANTER VITA ECO
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Los índices de siniestralidad laboral en España son alarmantes. La legislación y el papel de la principal asociación de EPI, ASEPAL, se quedan en agua de borrajas si no se cumple la normativa a nivel empresarial y los trabajadores no usan los equipos de protección o los usan mal. Hace falta mayor prescripción en el punto de venta y una sólida concienciación en el usuario.

Según indica UGT en su informe de Enfermedades Profesionales (EE PP) de noviembre de 2015, “cada día 2 trabajadores fallecen en España como consecuencia de su trabajo, 11 sufren un accidente grave, 1.414 tienen un accidente leve y 1.960 sufren un accidente sin baja en el transcurso de su actividad. Además, cada día son víctimas de una enfermedad profesional en España 54 personas.” Son cifras alarmantes, que junto con los aumentos en el número de accidentes de trabajo y el índice de incidencia de los mismos, constituyen una clara señal de alarma acerca de que hay un gran campo de mejora en nuestras estrategias de prevención de riesgos laborales, y de promoción y vigilancia de la SST.
Las estadísticas por accidentes son alarmantes, pero por desgracia suelen acaparar toda nuestra atención dejando en segundo plano otro de los grandes dramas de nuestra sociedad: las EE PP (Enfermedades profesionales). Los datos sobre EE PP proporcionados por la Seguridad Social revelan que por detrás de causas de EE PP como las posturas forzadas en el trabajo, los principales agentes causales de enfermedades son Hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), productos de destilación del carbón, diversas sustancias y agentes que son inhalados, sustancias y agentes que causan irritación de la piel, y otros agentes químicos como metales, fenoles, etc. En estos casos, el efecto barrera que debe constituir el Equipo de Protección Individual, resulta determinante en la lucha contra este drama social.
Para la lucha contra los accidentes y enfermedades profesionales, deben adoptarse medidas tales como las contempladas en la reciente Estrategia Española de Salud y Seguridad en el Trabajo, y todos aquellos recursos preventivos que contempla la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Pero como siempre, existirán situaciones en las que el uso del EPI sea la única alternativa viable para la protección de los trabajadores frente a los efectos de agentes tales como los antes mencionados.
 
Papel fundamental del EPI
El día 8 de noviembre de 2015 se cumplieron los 20 primeros años de existencia de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL). Si bien la publicación de la Directiva 89/686/CEE supuso el nacimiento de un sector, y un hecho significativo en el mundo de la prevención de riesgos, la promulgación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales supuso todo un acontecimiento en España que cambió la vida de muchísimos ciudadanos de este país, hecho que pasó totalmente desapercibido para la mayoría de ellos.
Con la LPRL, tomaba cuerpo el concepto de prevención en el mundo de la salud y seguridad en el trabajo. Frente a la situación anterior, en la que se ponía el foco sobre la atención al accidentado, a partir de ese momento, los esfuerzos se centraron en evitar por todos los medios que el accidente se produjese. 
Ese concepto de prevención ha sido lo que ha posibilitado el que podamos pasar de 931.813 accidentes de trabajo (más de 1.500 de ellos mortales), a los 491.099 de 2014 (desgraciadamente 580 de ellos mortales). Esta disminución significativa en la siniestralidad laboral, constituye el principal éxito del nacimiento del concepto de prevención de riesgos laborales (y por ende, del esfuerzo de la miles de personas involucradas en la prevención de riesgos).
 
Importantes retos
Sin embargo, tras 20 años, y viendo que el número de accidentes laborales y su índice de incidencia comienzan a repuntar de nuevo, debemos ser conscientes de los retos que tenemos por delante. Del mismo modo que los pioneros de la prevención de riesgos debieron identificar los principales problemas que debían afrontar hace 20 años, en la actualidad, debemos ser conscientes de los nuevos retos para la salud y seguridad en el trabajo, como por ejemplo el envejecimiento de la fuerza de trabajo, la integración de las nuevas tecnologías en el trabajo cotidiano, las enfermedades profesionales, los riesgos psicosociales, y un largo etcétera.
Los Equipos de Protección Individual (EPI), aunque estén destinados a prevenir las lesiones o las enfermedades profesionales, una vez que el resto de las medidas preventivas se han mostrado insuficientes, también han jugado, juegan y jugarán un papel crucial en la lucha por la disminución de la siniestralidad laboral.
Como parte de la cadena preventiva, los EPI también deberán afrontar los retos que antes señalábamos, y en algunos aspectos con especial notoriedad, ya que por su carácter personal deben adaptarse a una fuerza de trabajo cada vez de mayor edad, a trabajadores que interactuarán con gran cantidad de datos que le proporcionan las máquinas y nuevas tecnologías que formarán parte de su espacio de trabajo, que deberán ser cada vez más ergonómicos para no incrementar la carga de trabajo, etc.
El sector de los EPI, con la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Personal, ASEPAL. a la cabeza, estará como siempre trabajando codo con codo con todos los actores involucrados en la mejora de las condiciones de salud y seguridad en el trabajo, aportando sus conocimientos, sus soluciones y su esfuerzo en la superación de los retos a los que las empresas se enfrentan en su lucha contra la siniestralidad, comprometidos, en definitiva con una sociedad que quiere y desea que el trabajo que le permite ganarse la vida, no le cueste la vida.
 
O no se usa o se usa mal
En cuanto al uso de EPI, la VII Encuesta Nacional sobre Condiciones de Trabajo muestra que más del 35% de los trabajadores están obligados a utilizar EPI en su puesto de trabajo. Sin embargo, la realidad en el día a día de las empresas, evidencia que en algunas ocasiones el uso del EPI se omite (afortunadamente la conciencia social, y el trabajo conjunto de Administraciones, Empresas y Sindicatos hacen esta situación cada vez menos frecuente), y en otras ocasiones, el EPI no se utiliza de la forma adecuada, según especifica el fabricante en sus instrucciones de uso.
Un ejemplo de este último caso lo encontramos en los resultados del estudio realizado por FREMAP acerca de la eficacia en la utilización de los equipos de protección respiratoria. Una de las conclusiones de este estudio es que, sólo en el 13,6% de los casos de estudio, se superaron las pruebas de ajuste de las mascarillas filtrantes FFP1, FFP2 y FFP3, siendo éste uno de los parámetros fundamentales para la correcta protección de este tipo de equipos.
Como siempre, desde Asepal insisten en que pese a que el EPI es el último recurso preventivo al que acudir en materia de prevención de riesgos laborales, el uso, y sobre todo el uso correcto de EPI en los lugares de trabajo donde se haya determinado necesaria la utilización de estos equipos, constituye una herramienta eficaz en la lucha contra los accidentes y enfermedades profesionales. 
 
Prevención como inversión rentable
España ha sido uno de los países más afectados por la recesión, la pérdida de empleo y la disminución del número de empresas. En estas circunstancias, las medidas de prevención pueden verse amenazadas por la idea errónea de que también se puede ahorrar en seguridad. Y esta idea es equivocada no sólo porque la puesta en marcha de todas las medidas necesarias para proteger la salud y la vida del trabajador es un deber ético, sino también porque está demostrado que la prevención es una inversión rentable.
La seguridad y la salud laboral han sido unas de las principales conquistas de los países desarrollados. Nuestro país no ha sido una excepción y desde todos los sectores se reconocen los importantes avances que se han producido en este campo. La grave crisis económica que hemos atravesado, y de la que parece que vamos saliendo poco a poco. no debería ser una excusa para disminuir estos logros, sino una nueva oportunidad para seguir promoviéndolos.
Según indican desde ASEPAL, todos los estudios realizados por los diversos organismos nacionales e internacionales relacionados con la seguridad y la salud en el trabajo ponen de manifiesto que las empresas que invierten en prevención obtienen resultados palpables: reducción de los costes derivados del absentismo, mayor motivación del trabajador, clientes más satisfechos, mejora de la imagen de la compañía…
 
Costes económicos de la siniestralidad
También hay que tener en cuenta los costes económicos directos, indirectos y sociales que suponen para un país los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, como los derivados de la pérdida de horas de trabajo, indemnizaciones a trabajadores, interrupciones de la producción y gastos médicos, que en España se estiman en alrededor de 12.000 millones de euros al año. 
Por todas estas razones, y fundamentalmente por la responsabilidad compartida de salvar vidas humanas, es en estos momentos de crisis cuando se hace más necesario que ninguno de los agentes implicados en la seguridad laboral, desde la Administración a las empresas pasando por los propios trabajadores, baje la guardia. No es aceptable jugar con la seguridad y la salud por un menor coste en equipos que se importan de terceros países, fundamentalmente asiáticos, sin certificación ni marcado CE y, por supuesto, sin garantías de protección.
Aunque haya menos empleo y las empresas se vean obligadas a realizar recortes, los trabajadores se siguen enfrentando cada día a multitud de riesgos que ponen en peligro su salud o su vida. Y esta realidad no entiende de crisis.
 
Legislación avanzada
España, como el resto de los países de la Unión Europea, dispone de una legislación muy avanzada para garantizar la seguridad laboral. En ella se establece que las empresas tienen la obligación de hacer una evaluación de riesgos para diseñar todas las medidas de protección necesarias para prevenir los riesgos en el puesto de trabajo. Una vez tomadas las medidas de protección colectiva, cuando todavía quedan riesgos sin cubrir, el empresario debe poner a disposición de los trabajadores los equipos de protección individual (EPI) necesarios y los trabajadores tienen la obligación de usarlos.
Las empresas españolas del sector de EPI, agrupadas en ASEPAL, han alcanzado un alto nivel de desarrollo tecnológico que les permite ofrecer productos que están compitiendo con éxito en el mercado europeo y que ahora se están abriendo también a otras zonas como Europa del Este, Sudamérica y el norte de África. La inversión en I+D+i ha conseguido equipos más versátiles, que incorporan materiales inteligentes, son más ligeros, con diseños atractivos y confortables. En definitiva, más seguros, cómodos, atractivos y fáciles de usar. Además, todos están certificados de acuerdo a las normas UNE/EN, lo que garantiza que cumplen con todos los requisitos establecidos por la legislación. Este tipo de certificación es especialmente demandada en los países latinoamericanos, que están adecuado su reglamentación laboral, haciéndolo a imitación de la legislación europea por el gran sentido social que tiene y por la perfección de sus conceptos. Algunos de estos países solicitan normativa europea en los EPI o en la maquinaria que adquieren.
Los responsables de las empresas de ASEPAL son conscientes de que la formación es determinante en materia de seguridad y por eso incluimos entre nuestros servicios el asesoramiento técnico a los empresarios y a los trabajadores, para que sepan cómo elegir y usar el equipo más adecuado para cada riesgo.
El sector de los EPI afronta el futuro tratando de adelantarse a las necesidades de protección de las nuevas formas de producción y ofreciendo a los empresarios las respuestas que necesitan. Y también contribuyendo a que éstos tomen conciencia de que la inversión en equipos certificados es rentable, no sólo porque tienen mayor vida útil que los que no reúnen estas características, sino también y sobre todo porque son los únicos que garantizan la seguridad de los trabajadores.
 
Diversos canales de distribución
Los Equipos de Protección Individual (EPI) llegan a los usuarios por diversos canales, que van desde los distribuidores especializados al pequeño o gran comercio de ferretería, pasando por grandes superficies y suministros industriales. 
En la mayoría de los casos, se proporcionan medios de protección a todos los sectores, al tiempo que otros productos varios, sin necesidad de una especialización. Por estos motivos, los equipos deben ser entregados siguiendo unos procedimientos concretos establecidos por la normativa, como evaluación de riesgos, certificación o formación específica, entre otros, para que no lleguen al usuario sin garantías, poniendo en riesgo la seguridad y salud laboral.
Ferretería y Suministro Industrial, aparte de las tiendas especializadas, en auge, son los principales puntos de venta de este sector. 
Entre los objetivos de los implicados en el sector se encuentra el potenciar la venta de EPI en establecimientos altamente especializados que comercialicen todas las familias de equipos y ofrezcan asesoramiento técnico, así como la creación de una marca de calidad, concedida por un organismo reconocido, que distinga al distribuidor especialista, dando un aval al usuario. Igualmente, se busca potenciar la ética profesional en este sector. 
 
Gran transformación del sector
El sector de los equipos de protección tuvo hasta el año 2008 un crecimiento importante. La crisis económica generó un número muy importante de desempleo y de consumo de todos productos por lo que éste no fue ajeno a la crisis y por desgracia para todos ha habido algunas empresas del sector que no han podido subsistir a esa crisis que ha durado, al menos la parte más dura, unos cinco años. 
Según Luis del Corral, presidente de ASEPAL, “hoy podemos asegurar que nuestras empresas están bajo el paraguas del sector de los EPI y participan de un sector que antes no existía. Pero eso no es lo más importante; lo más importante es la transformación que se ha llevado a cabo en el interior de las empresas. Creo sinceramente que los fabricantes y distribuidores de EPI en España no sólo son empresas de manufacturas y/o comercialización como podían ser a mediados de los años noventa, ahora son empresas generalmente con un gran desarrollo técnico y de investigación continuado, de tal manera que se han convertido en laboratorios de ensayo; los productos son altamente calificados por los usuarios, y se ha alejado el mito de que el producto de seguridad si era del extranjero era mejor. El producto realizado en España está a los más altos niveles de desarrollo y testados perfectamente para la protección que se indica”.
En el campo de la comercialización, los proveedores están arropados con vendedores técnicos de producto, generalmente personal altamente cualificado y capaz de dar explicaciones técnicas sobre protección a cualquier nivel; nunca se han dado tantos cursos de equipos de protección individual en las empresas, generalmente impartidos por estos profesionales, a pesar de la dificultad debida a la disparidad de protecciones que se usan y los distintos niveles de formación de los trabajadores.
Las empresas integradas en ASEPAL tienen como objetivo social no solo ser rentables, sino también contribuir a mejorar la seguridad de las personas; sus responsables experimentan gran satisfacción cuando evitan un accidente y por cada persona que, sea por los productos, las técnicas o la formación que han proporcionado en el uso de EPI, los utiliza adecuadamente y evita de esa manera sufrirlo, así como de proteger a futuro como son las diferentes enfermedades profesionales.
El de los Equipos de Protección Individual es un sector nuevo, moderno, con proyección de futuro y que tiene posibilidad de crecimiento tanto empresarial como profesional en los próximos años.
 
Auge de los equipos de protección del cuerpo
La demanda global de EPI viene fuertemente influida por la evolución de los equipos de protección de la cabeza y el cuerpo. A pesar de que los equipos de protección de la cabeza sean los que mayor valor ostentan, son los equipos de protección del cuerpo los que han experimentado un crecimiento más rápido antes de la crisis, de la mano del auge de la construcción. 
El importante papel de las protecciones del cuerpo se basa en el fuerte crecimiento en vestuario de protección, en concreto el de alta visibilidad, y el de arneses.  
Los equipos de protección que se utilizan en la Industria agroalimentaria tienen una doble función: protectora y de higiene. Se emplean mascarillas y cofias desechables. Los guantes son desechables, utilizándose aquellos que ofrezcan buen agarre ante productos grasos. Se suelen utilizar botas de seguridad altas, de material anti-grasa y suela antideslizante. 
En las plantas de reciclado los guantes son útiles para evitar atrapamientos, golpes o cortes con cintas transportadoras o trituradoras. 
 
Responsabilidad del empresario
La protección de los trabajadores frente a los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos es un imperativo para garantizar la seguridad y la salud de los mismos. En aquellos casos en que no es posible la adopción de medidas de protección colectivas, es cuando debe recurrirse a los equipos de protección individual (EPI). 
Tal como se indica en el artículo 17 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, cuando los riesgos no se puedan evitar o no puedan limitarse suficientemente por medios técnicos de protección colectiva o mediante medidas, métodos o procedimientos de organización del trabajo, tal como ocurre con frecuencia en los centros sanitarios frente al riesgo biológico, el empresario deberá proporcionar a sus trabajadores equipos de protección individual adecuados para el desempeño de sus funciones y velar por el uso efectivo de los mismos. 
 
Un sector que cumple 25 años 
La Directiva europea 89/686/CEE y su transposición a nuestro sistema legislativo en el R.D. 1407/92 supuso el nacimiento de un sector empresarial, el que se denomina desde entonces de Equipos de Protección Individual. No es que hasta ese momento no se fabricaran diferentes equipos de protección, ni se utilizaran como elementos de protección personal; sencillamente, es que sólo unos pocos estaban realmente regulados y homologados por el INSHT, lo que hacía que no hubiera empresas que se dedicaran al 100% a la fabricación y/o suministro de los mismos.
Las empresas fabricantes estaban muy diversificadas, pertenecían a diferentes sectores industriales, que trabajaban con plástico, caucho, textiles, cuero, calzado, etc. Realmente, una empresa no se podía dedicar al 100% a fabricar productos de seguridad personal, porque no había en España un mercado tan especializado ni tan normalizado y, sobre todo, no existía obligatoriedad de uso de la protección. 
En los años 70 y 80 se pactaba la seguridad en los convenios colectivos, se consideraba que era un logro social de los trabajadores y no todos los sectores sociales veían la seguridad de los trabajadores tan claramente como se ha visto después. Por lo tanto, si en esos momentos era bajo el consumo de equipos, lo normal es que las empresas que los fabricaban no vendieran suficiente para poder sobrevivir.
La consideración de equipos de protección y, por lo tanto, la posibilidad de homologación, sólo alcanzaba a la protección respiratoria y facial, el casco de protección para la cabeza, el calzado de protección y los guantes de protección para productos químicos. Hoy vemos claramente que faltaban otras formas de protección y que determinados sectores industriales que utilizaban la protección personal en el trabajo no encontraban en el mercado los equipos adecuados a los riesgos a los que se veían expuestos. Eso se traducía en que estos sectores solo podían encontrar los productos homologables, y eso no quería decir que las protecciones que no se podían homologar no se fabricaran; se fabricaban bajo criterios de grandes compañías del mundo que tenían esa actividad comercial, pero no había criterios unificados de ensayo de materiales ni de diseño. La protección estaba muy por encima y muy distante aún de la ergonomía y el confort.
 
Gestión de los EPI frente a riesgo biológico 
Antes de la implantación de una prenda de protección individual frente a una determinada situación de riesgo, deben tenerse en cuenta una serie de aspectos para que la utilización de dicha protección sea lo más acertada posible. 
Así, deberán contemplarse la necesidad de uso, la elección del equipo adecuado, la adquisición, la normalización interna de uso, la distribución y la supervisión. 
La necesidad de uso, que implica utilizar equipos de protección individual frente al riesgo biológico en un centro sanitario, viene determinada a través de la evaluación de riesgos en el conjunto del centro sanitario, de modo que permita identificar los puestos de trabajo o actividades en los que se puedan presentar dichos riesgos. 
Para la elección de los EPI debe comprobarse cuál es el grado necesario de protección que precisan las diferentes situaciones de riesgo y el grado de protección que ofrecen los distintos equipos frente a estas situaciones, valorando al mismo tiempo la disponibilidad que existe en el mercado y que se ajusten a las condiciones y prestaciones exigidas. 
En el Real Decreto 1407/1992 relativo a la comercialización de equipos de protección individual, se exige como requisito indispensable para que un EPI pueda comercializarse y ponerse en servicio, que garantice la salud y la seguridad de los usuarios, sin poner en peligro la salud ni la seguridad de las demás personas. 
Todos los EPI que se comercialicen de acuerdo con dicho R.D., irán con el marcado “CE”. Normalización interna de uso Es necesario establecer un procedimiento normalizado de uso, que informe de manera clara y concreta sobre los siguientes aspectos: Zonas o tipo de operaciones en que debe utilizarse; Instrucciones sobre su correcto uso; Limitaciones de uso, en caso de que las hubiera; Instrucciones de almacenamiento; Instrucciones de limpieza; Instrucciones de conservación; Fecha o plazo de caducidad del EPI o de sus componentes; Criterios, si los hubiere, de detección del final de su vida útil.
 
El uso colectivo de EPI
Los EPI están destinados en principio a un uso personal. Debe tenerse en cuenta que los EPI han de ajustarse a las características anatómicas de cada trabajador, lo que ha de considerarse en el momento de su adquisición. A su vez, cada usuario debe ser responsable del mantenimiento y conservación del equipo que se le entrega y ser informado e instruido sobre las características y uso del mismo. Ello sólo es posible si la asignación de los equipos es personalizada y se establece un mecanismo de seguimiento y control. 
Sin embargo, en algunas áreas, y considerando sus condiciones específicas de trabajo, los EPI pueden ser utilizados por varios usuarios a la vez. En el caso de que esto ocurra deberán tomarse las medidas necesarias para que ello no origine problemas de salud o de higiene a los distintos trabajadores. Cuando ello no pueda garantizarse, se sustituirán aquellas partes del mismo que sean necesarias. 
La gestión de los EPI utilizados por distintas personas recae en el Servicio de Prevención. Supervisión e implantación La implantación de los equipos de protección individual en un centro sanitario, ha de comprender entre otros los siguiente aspectos: Mantenimiento de un stock mínimo de todos los EPI, ya que cuando se requiere su utilización no se puede recurrir a otro sistema de protección; Facilitar una formación e información en materia de EPI adecuada a todo el personal con riesgo biológico. Para ello se realizarán actividades formativas e informativas en las que se darán a conocer los diferentes equipos disponibles, tanto de uso personalizado como no, obligatoriedad de utilización, recomendaciones y mantenimiento de los mismos; Todo el personal deberá conocer y disponer por escrito de un documento en el cual se indique el número y tipo de equipos disponibles, además de los que se entreguen personalmente, las situaciones y operaciones en las que es obligatorio su uso, las condiciones de utilización y mantenimiento, el lugar de almacenamiento y todos aquellos procedimientos necesarios para su gestión; Los equipos deben entregarse con acuse de recibo, adjuntando por escrito las instrucciones de utilización cuando se considere necesario. Es necesaria la intervención del Servicio de Prevención o de un responsable técnico de la unidad correspondiente, durante todo el proceso desde la elección del EPI, hasta su correcta utilización, y también para la distribución y el mantenimiento de stocks. 
La correcta utilización de los EPI frente al riesgo biológico en el medio laboral sanitario como herramienta de protección complementaria a las medidas generales de tipo higiénico, es aun hoy en día una asignatura pendiente. Si embargo, con el descubrimiento en los años 80 del virus de la inmunodeficiencia humana, causante del SIDA, el personal sanitario empezó a tener conciencia del riesgo profesional que supone la exposición a determinados agentes biológicos. Este hecho fue el detonante para que la cultura preventiva frente al riesgo biológico cambiara y en consecuencia se empezaron a utilizar protecciones personales adecuadas. 

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