Cuando termine de pasar la crisis, que según dicen está el proceso en marcha, nos encontraremos con un mundo muy diferente del que habíamos conocido antes. Si alguien ha esperado sentado frente al ordenador a que pasase la tormenta, jugando interminables partidas del popular Buscaminas, va a encontrarse la desagradable sorpresa de que el mercado es por completo diferente, las empresas de su competencia se han armado de nuevas estrategias y argumentos y, aun viviendo en un mundo mejor, el dinero no va a llegar solo. Va a ser mucho más difícil que eso. Nos vamos a encontrar con un entorno en el que que las empresas supervivientes habrán sabido minimizar sus costes de gestión, optimizar sus procesos de trabajo y podrán ofrecer mejores productos a un precio inferior, con una estructura de dimensión internacional.

 

No se trata de esperar grandes ingresos para acometer las reformas que cada uno de nosotros necesita emprender para convertirse de la noche a la mañana en una empresa estrella, sino empezar ya, todos los días, con pequeños impulsos, que nos permitan mejorar en gestión, en innovación, en estructura, red de ventas y capacidad para atender a un público que crecientemente va a complementar los cauces de información ordinarios con esa herramienta que tanto respeto causa y que se llama Internet.

 

El éxito de una empresa pequeña, mediana o familiar, y aún de algunas de tamaño superior, se mide hoy por hoy en términos de supervivencia. La realidad es que nos vamos a estar jugando la posibilidad de permanecer en el mercado incluso cuando todo cambie. Más vale estar preparados desde hoy mismo.