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La evolución demográfica en España hará que en pocos años ese 44,3% de trabajadores con edad superior a los 55 años se incremente sensiblemente, por lo que los responsables de salud y seguridad de las empresas deberán estar preparados para que la edad media de sus plantillas aumente.

Hace unos días tuvo lugar la celebración de la semana europea sobre Salud y Seguridad en el Trabajo, cuyo lema es en esta ocasión: “Trabajos saludables en cada edad”. De esta forma, la Agencia Europea de Salud y Seguridad en el Trabajo, en colaboración con las instituciones europeas que persiguen los mismos fines, como el Instituto Nacional de Seguridad, Salud y Bienestar en el Trabajo, aprovechan la ocasión para llamar nuestra atención sobre el creciente porcentaje de la masa laboral que supera los 55 años de edad, y los retos y desafíos que esta circunstancia suponen para las condiciones de salud y seguridad de todos los trabajadores en Europa.

“Desde ASEPAL queremos señalar específicamente la importancia de tener en cuenta las particularidades y necesidades específicas que tienen los trabajadores mayores de 55 años a la hora de seleccionar un Equipo de Protección Individual (EPI), cuando las acciones preventivas diseñadas por la empresa recurren a la utilización de estos equipos”, explican.

Para hacernos una idea de la magnitud de estas consideraciones, en la mejora de las condiciones generales de salud, seguridad y bienestar de los trabajadores, basta señalar que por un lado, la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo de 2015 indica que el uso de EPI es obligatorio para cerca del 40% de los trabajadores durante las tareas que desempeña habitualmente en su puesto de trabajo; por otro lado, según la Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo, el 44,3% de los trabajadores españoles tienen 55 años o más. Estos datos nos permiten hacernos una idea de la importancia que cobra el prestar la atención debida a las necesidades específicas de los trabajadores de edad avanzada durante el proceso de selección de equipos de protección individual, dado el gran número de personas que se beneficiarían en España de una atención más estrecha a las necesidades asociadas al uso de EPI por parte de trabajadores de más de 55 años.

Por su parte, y si bien la legislación no contempla un apartado específico dedicado a la protección de trabajadores de avanzada edad, debemos recordar que por un lado, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales obliga a la protección de todos los trabajadores, prestando especial atención a aquellos que por sus condiciones particulares puedan ser especialmente sensibles vulnerables; por otro lado, el RD 773/1997 sobre utilización de EPI por parte de los trabajadores establece que los EPI deberán ser seleccionados teniendo en cuenta el estado de salud del trabajador.

Los achaques de la edad y el uso de EPI
Lo malo de la edad es que actúa tan lentamente que no solemos darnos cuenta de que nuestras capacidades físicas y nuestro estado de salud se van deteriorando lenta, pero constantemente, y lo que es aún peor, que en ocasiones, cuando tenemos una leve noción de que ya no somos tan ágiles, fuertes y rápidos como antaño, tendemos a minimizar la magnitud de la pérdida.

Sin embargo, los achaques están ahí, y si bien afectan a todo el organismo, el proceso de envejecimiento tiene una incidencia especial sobre el aparato respiratorio, el sistema circulatorio, el aparato locomotor, las capacidades de audición y de visión, además de sobre la percepción, la capacidad de atención y la memoria. Por ello, la vigilancia de la salud en este sector de la población deberá prestar mayor atención a estos factores, y en la evaluación de riesgos laborales, se deberán rediseñar los puestos y los equipos de trabajo, prestando especial atención a la reducción tanto de la carga física como mental que deberán soportar los trabajadores.

Extrapolando estas recomendaciones generales al uso de EPI, siempre deberemos seleccionar EPI que minimicen las exigencias en cuanto a carga física que supone su uso para el usuario, ello se traduce, por ejemplo, en la selección de ropas de protección de todo tipo lo más transpirables posible, aspecto que puede ser crítico cuando las prendas se usan en condiciones de temperatura y/o humedad altas.

El peso de los EPI también está directamente relacionado con la carga física que debe soportar el usuario, por lo cual, los usuarios de mayor edad, agradecerán especialmente la selección preferente de EPI lo más ligeros posibles.

Otro grupo de EPI en los cuales las consideraciones fisiológicas y el estado de salud de los usuarios juega un papel fundamental son los Equipos de Protección Respiratoria. Dentro de este grupo de EPI, la resistencia a la respiración que ofrece el equipo es uno de los parámetros que se fijan en las normas asociadas a dichos equipos. Así, en trabajos que supongan cierta carga física, o en trabajadores que presenten una merma de sus capacidades respiratorias (como los trabajadores de avanzada edad), el peso y la resistencia a la respiración de los equipos de protección respiratoria deberá reducirse tanto como sea posible. En este sentido, señalar que los equipos de presión negativa supondrán siempre una mayor resistencia a la respiración que aquellos de presión positiva, donde el equipo proporciona un caudal de aire continuo directamente a las vías respiratorias del usuario.

Por último, debemos considerar que ya que uno de los efectos de la edad puede ser la pérdida de la capacidad visual, en la correspondiente evaluación de riesgos laborales, y en los procesos de vigilancia de la salud deberemos tener en cuenta que posiblemente una parte significativa de los trabajadores sufran de alguna alteración de la visión relacionada con la edad. En caso de ser necesario el uso de protección ocular en el puesto de trabajo habrá que tener presente que dichos usuarios necesitarán de corrección visual con el fin de que la falta de visibilidad no se convierta en un riesgo añadido a los ya presentes en el entorno laboral.

La evolución demográfica en España hará que en pocos años ese 44,3% de trabajadores con edad superior a los 55 años se incremente sensiblemente, por lo que los responsables de salud y seguridad de las empresas deberán estar preparados para que la edad media de sus plantillas, actualmente situada en los 41,8 años en España, aumente de tal forma que las consideraciones relativas a la edad de la población trabajadora, y que ahora se nos muestran casi como una novedad o como tema emergente, se conviertan en la nueva realidad del ámbito de la prevención de riesgos. En este sentido, el sector de los equipos de protección individual ofrece una variedad de productos lo suficientemente amplia como para poder atender a las necesidades específicas de los trabajadores de todas las edades.

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