PANTER VITA ECO
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Hay películas que cuentan historias reales, historias de superación o historias que muestran que nada es imposible. Hoy vamos a hablar de ‘Cinderella Man’, una película de 2005 dirigida por Ron Howard. Narra la vida del campeón del mundo de pesos pesados James J. Braddock.

El protagonista de ‘Cinderella Man’ es un boxeador de éxito que sufre la tremenda crisis del 29. La Gran Depresión provoca que sus inversiones se pierdan y que su familia quede en la ruina. Además, sus últimas peleas carecen de calidad porque sube al cuadrilátero con una mano rota. Finalmente, retiran su licencia y, por lo tanto, se queda sin trabajo.

Tras este suceso, intenta ejercer de estibador en los puertos para mantener a su mujer y a sus tres hijos. Un día tiene una segunda oportunidad. Le llaman para enfrentarse a un aspirante al título. Casi sin preparación, pelea y logra ganar un dinero extra. Todos vuelven a fijarse en él.

Le proponen otro combate en el que, si gana, podría ascender y recuperar su licencia. Se prepara y trata de sacar lo mejor de él. Gana indiscutiblemente. Lo hace a lo grande. Tanto la prensa como la sociedad en general hablan maravillas de él, los mismos que antes se reían.

Se plantean que pueda optar al título mundial. Nadie le toma como ganador ni apuestan por él, hasta comentan que no pasará del primer asalto. Él lucha y resiste contra todo pronóstico. Casi sin fuerzas, guanta y gana el combate. Se convierte en campeón del mundo y su familia podrá vivir de esta victoria toda la vida.

Esta gran historia muestra que nada está perdido del todo mientras uno mantenga la esperanza y la fe en sí mismo. Muchas veces creemos que no podemos con lo que tenemos delante. Pensamos que nuestra tienda no vende, que no hay clientes, que no contamos con el personal adecuado o que no somos capaces de crear el ambiente ideal para que los consumidores compren y vengan más. Preferimos quejarnos y culpar a otros.

Hemos presenciado casos en los que las empresas estaban al borde del cierre y, de pronto, algo cambia. Muchas veces es todo y nada. Simplemente que la tienda tenga la luz que necesitaba, porque algunas requieren un casco minero para transitar por sus pasillos. Quizás es que hemos limpiado los cristales del aparador, que tenían una capa de polvo densa de una generación anterior. Hemos puesto las últimas novedades y carteles de promoción. Muestran ofertas nuevas, interesantes, que hablan de productos nuevos, con rotación, que pueden ser necesarios para los consumidores. Son pequeños gestos que, poco a poco, se van haciendo grandes entre sí para poder hacer que todo gire a lo grande para que ganemos la partida al olvido.

No se trata de ser un héroe ni creerse más que otros. Simplemente hay que saber valorarse y poner todas las armas disponibles en virtud de un proyecto que nos haga ser mejores y diferentes. Es cuando nadie da nada por nosotros, cuando dicen que no pasaremos del primer asalto, y vamos aguantando un golpe, un directo, un derechazo que nos marca el rostro, pero que nos tumba a la lona. Eso nos hace más fuertes, es cuando queremos que la luz llegue a nuestro negocio, que nuestra tienda sea la primera opción de nuestro consumidor, no la última de su lista. Es cuando, asalto a asalto, vamos ganando confianza. Es un combate largo, no es corto, pero sabemos que si sabemos resistir y usar nuestras armas, seremos los nuevos campeones.

Puedes seguir quejándote en un rincón del ‘ring’ y diciendo que todo es culpa de los demás o empezar a actuar. Tu juego de pies y cambio de golpes serán lo que te haga salir ganador aunque toquen la campana. Seguro que, si no ganas por hacer un KO, ganarás por puntos de combate anotados cada día después de horas de esfuerzo. En ese ‘ring’ del mercado, de la venta, nadie podrá decirte que no te mereces ser el nuevo campeón del mundo.

Redacción: Bricolador Enmascarado.

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