PANTER VITA ECO
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Me refiero a cuando el jefe de ventas de turno te comunica que la compañía decide que prescinde de tus servicios. Da lo mismo que lo hayas dado todo por ella, eres una empresa igual que ellos y lo único que os une es un contrato mercantil.

Cuántos y cuántas habrán escuchado esa frase a lo largo de su vida. Seguramente es lo que nunca quieres oír en una relación. Frases como, “no eres tú, soy yo”, “te mereces alguien mejor”, “algún día me lo agradecerás”. Y te quedas con cara de tonto y pasas diferentes estados de ánimo. Lo sufres al principio, pierdes el sueño, piensas en qué he fallado, en qué podría haber puesto más de mi parte. Luego llega el vacío absoluto. Y después de todo eso, piensas qué puedes sacar como experiencia y que siempre existió el riesgo, sólo que tienes que preverlo al principio y luego encontrar el lado positivo y la oportunidad u oportunidades que se abren delante de ti y acabas olvidando la que se cerró.

No, no estoy hablando de relaciones amorosas, no es el medio adecuado. Me refiero a cuando el jefe de ventas de turno te comunica que la empresa ha decidido que prescinde de tus servicios.
Da lo mismo que lo hayas dado todo por ella, a pesar de que eres un mercenario que se vende al mejor postor y que, aunque la mayoría lo olvidan, eres una empresa igual que ellos y lo único que te une es un contrato mercantil, al que en algún momento y anterior artículo nominé como “contrato con el diablo”. Eres una empresa unipersonal en la mayoría de los casos, en la que tienes que mirar por tus propios intereses, combinándolos con los de la empresa que representas y con los de tus clientes de toda la vida, porque estos últimos, en definitiva, son los mismos desde hace años.

Has visto pasar cientos de jefes de ventas, otras cuantas empresas, pero en muchas ocasiones, acabas siendo un número, unas cifras y unos objetivos, o no. Porque, en definitiva, estás a expensas de que cambien al jefe de ventas, al gerente, la política comercial, la estrategia de la compañía u otros cientos asuntos. Porque sí, las excusas o los argumentos son infinitos, argumentos que se los creen a pies juntillas y los cuales acaban siendo, con el tiempo, errores de cálculo.

Entonces y llegado a ese momento, qué nos toca a los agentes comerciales multicartera. Pues ir a la Ley de Agencia. Dejas los sentimientos y te toca ser lo más frio posible. Hablar con nuestro abogado, explicarle absolutamente todas las cuestiones referentes a la relación comercial que hemos tenido con la empresa y dar los pasos necesarios para que esta se termine lo antes posible y de la mejor manera. Claro, que luego hay empresas que son más lentas, se hacen los locos más o simplemente le ponen cara.

En esos casos, y sin pensarlo, te toca ser lo más frío y calculador posible, olvidarte de sentimientos, de los buenos momentos pasados, que seguramente los has tenido, y pasar a la acción. Y esa acción pasa por lo que marca la ley.

Para que sirva como referente a todos los colegas y/o empresas que puedan leer estos artículos, la ley de agencia es bien clara, no pongan excusas, no busquen subterfugios, o rendijas en el contrato. Como agente te interesa cerrar lo mejor posible.

A la empresa obviamente también, porque como vendedores, nos seguiremos viendo con los clientes y estos acabaran preguntándote qué pasó. En definitiva, así algún director comercial lo ponga en duda, a quien debes defender es al cliente (siempre y cuando tenga razón) porque es con quien te quedas, con quien seguirás teniendo relación más allá de con esas empresas. Eres representante de otras más, que deberás seguir gestionando, mientras no te ocurra lo mismo.

¿Qué debes exigir cobrar? El promedio de los últimos cinco años, si es que la relación ha llegado y/o sobrepasado ese tiempo, más el preaviso que es un mes por año trabajado hasta un máximo de seis (injusto a todas luces, cuando llevas más de quince), pero eso es lo que marca la ley y es lo que desde los colegios se está intentando mejorar. Con eso y una vez cobrado, te olvidas del mal trago, pasas página y a por la siguiente, aunque tampoco es imprescindible, porque con que le pongas más esfuerzo a alguna de las que ya llevas, acabarás olvidando que, en el próximo trimestre, esos ingresos no los vas a tener.

Hablando con un especialista en contratos mercantiles, me daba una serie de datos respecto a cómo se solucionan estos casos. En el 70% de estos, se acaba solucionando sin participación directa de él. El 30% por ciento restantes, sigue de la siguiente manera. El 90% con una carta suya se resuelve. El resto acaba en los tribunales, pero en la mayoría de los casos se negocia antes de entrar a la sala y salvo que las causas de rescisión sean flagrantemente claras a favor de la empresa que contrató, el juez resuelve a favor del agente comercial. Mensaje a navegantes, para tener en cuenta antes de meterse en litigios. Y, a vosotros, en cuántas ocasiones os ha ocurrido. ¿Lo habéis resuelto de forma rápida, acabó bien para vosotros o para la empresa?

Y, como siempre, una recomendación de lectura. Porque leer es importante para varias cosas y una de ellas es, para olvidar el mal momento. La nueva novela de Mario Vargas Llosa, última según dijo en una entrevista, puesto que dice que la vida no le va a dar tiempo para escribir otra. Como siempre, seguiré haciéndole caso al gran Mario Benedetti que dijo “A Varguitas (Vargas Llosa) hay que leerlo, pero nunca escucharlo”.

El título, ‘Le dedico mi silencio’. Lo más curioso es que en mi biblioteca acabaré teniendo su primer libro, ‘La ciudad y los perros’, dedicada de su puño y letra, mucho después de comprarla y leerla.  Esto gracias a alguien que lo entrevistó en un programa de televisión. Fue condición sine qua non, para prestarle el ejemplar para el programa donde el premiado, con el Nobel en esos días, aparecía con este en las manos… cosas de tener amistades importantes. Aunque esta vez dudo que tenga la oportunidad de conseguir lo mismo.

Redacción: Comercial Errante.

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